Descripción de la obra
Es verano, Ilegan las vacaciones, y el pobre Wilt sólo quiere un poco de paz. Tras esforzarse todo el año por conciliar en la escuela politécnica a profesores progresistas que aspiran a exaltar la conciencia multisexual de los alumnos con otros más tradicionales, como el viejo comandante Millfield, que vocifera que la sodomía es la sodomía, y si está prohibida en el Antiguo Testamento no puede ser considerada una práctica moderna, ahora tiene que enfrentarse a su inmensa, in tensa y combativa esposa Eva y a sus proyectos para las vacaciones. En familia, claro está, y con las terribles cuatrillizas, las mismas que estudian en un colegio para niños superdotados espantosamente caro y sueltan con un arte prodigioso la información más inconveniente en el momento más inoportuno. Eva ha decidido pasar las vacaciones con su tía Joan, que vive en los Estados Unidos y está casada con el muy respetable, muy rico, muy blanco, muy conservador y muy religioso Wally Immelmann. No tienen hijos, y Eva confía en que sucumban a los encantos de las tremendas cuatrillizas y decidan derramar sobre ellas parte de su riqueza. Pero Wilt quiere soledad, tranquilidad y caminar por una arcádica Inglaterra que quizá ya no existe, y no se dejará vencer ni convencer. Él se irá a recorrer la campiña sin rumbo fijo, y Eva y las niñas volarán hacia los Immelmann y el Gran Sueño Americano.
Pero lo que ni uno ni otra pueden prever es que las vacaciones, más que un sueño suelen ser una pesadilla, y que el sendero de Wilt se cruzará con el de Ruth la Salvaje, la Señora de los Látigos, y Eva viajará en el mismo avión que Sol Campito, traficante de las drogas más vanguardistas, creadas en la lejana Rusia y capaces de sumirnos a todos en el más mortífero de los éxtasis...
Tras varios años de silencio, el más divertido y mordaz escritor inglés reem prende su cruzada contra la hipocresía y la corrección -ya sea política o simplemente tontorrona- y, una vez más, nos demuestra que en la base de todo matrimonio, de toda familia, y puede que de toda organización social, no hay más que un monumental, indescifrable y desopilante malentendido.