Descripción de la obra
La abundancia en el número y, sobre todo, el caudal de los ríos que recorren un país se ha considerado tradicionalmente un buen indicador de su riqueza potencial. De sus aguas se puede obtener rendimiento económico directo mediante regadíos, producción eléctrica, uso industrial o crecimiento urbano. Sin embargo, siendo el agua su corazón y la que lo justifica, un río es mucho más que agua corriendo hacia el mar y su valor se ha de medir contemplando, además, otros parámetros.
La alta disponibilidad hídrica durante todo el ciclo anual es una situación particular que favorece el asentamiento de comunidades vegetales peculiares -muy diferentes de las que aparecen alejadas del agua fluyente- y, con ellas, el desarrollo de ecosistemas exclusivos, como pueden ser las arbustedas de las cabeceras o las ramblas o los magníficos bosques de galería de los tramos medios y bajos. Y es así, tanto en territorios con precipitaciones estivales más o menos regulares, como en aquellos donde la sequía se instala durante el verano y en los que el constraste con la vegetación que los rodea es mayor. En estos ambientes mediterráneos es donde el bosque ripario alcanza un esplendor especial y aparece más nítido: sombreado, fresco y lleno de la vida que siempre nos sugiere el agua, en oposición al calor y la sequedad del paisaje circundante, ya sea más o menos natural o fuertemente antropizado.
Además de su originalidad territorial, las riberas cumplen un importante papel como área de alimentación o como refugio ecológico de flora y fauna. Los suelos en estas zonas son muy ricos, gracias a los aportes continuos de sedimentos y materia orgánica procedentes de tramos superiores que son retenidos por la vegetación. Esto, unido a la accesibilidad al agua, hace que las comunidades de las orillas sean feraces y alberguen una gran diversidad de especies y recursos. Son una gran fuente de alimentos no sólo para la fauna que los habita de manera continua, sino también para interesados visitantes que forrajean, cazan en elllas o completan su ciclo vital. Por otra parte, frecuentemente perduran retazos de bosques de ribera de dispar desarrollo en zonas donde las comunidades maduras han sido drásticamente alteradas o completamente eliminadas por la implantación de cultivos. En estos lugares, los sotos constituyen el único refugio disponible para un amplio conjunto de organismos singulares, generalmente nemorales y muy sensibles a las condiciones de su medio. Pero hay muchas otras ventajas asociadas a la buena conservación de los bosques aluviales, que son destacadas más a menudo por su significación ecológica, tales como la estabilización de las riberas, la reducción de la erosión, el control de las avenidas y la actuación como filtros verdes.
Este libro se centra en el área de máxima diversidad de la vegetación ribereña española, la mitad norte peninsular. Igualmente, el objeto de análisis es la vegetación leñosa enraizada en las orillas y vegas, sin abordar el estudio de las comunidades herbáceas, aunque ocasionalmente se hacen referencias a los herbazales que suponen la máxima degradación de las ripisilvas.
Así pues, los objetivos que esta obra pretende cubrir son tres:
1. Caracterizar las diferentes formaciones vegetales leñosas que orlan nuestros ríos y arroyos o se instalan en las ramblas, en términos de estructura y composición florística, parámetros ambientales bajo los que se desarrollan, variabilidad y distribución.
2. Determinar las relaciones de sustitución espacial o temporal existentes entre las comunidades riparias de la mitad norte de España.
3. Establecer una zonación del territorio de acuerdo a territorios homogéneos en cuanto a la vegetación riparia.
