Descripción de la obra
En 1996 el Papa tenía su pensamiento y su corazón puestos en el .año 2000, en la misión de llevar el timón de la Iglesia en la entrada del Tercer Milenio. Eran muchos los que pensaban que no llegaría a cumplirla ¿Renunciaría Juan Pablo II? Karol Wojtyla respondió siempre con un categórico no. Los que conocíamos bien su tesón, su fuerza de voluntad, su sentido del deber y sobre todo su capacidad de soportar el dolor físico sabíamos que Juan Pablo II moriría con las botas puestas .
Pudo coronar su deseo de peregrinar a Tierra Santa, celebrar el jubileo del 2000, despedirse de la Virgen de Fátima, rezar ante la Señora de Lourdes, reunirse de nuevo con los jóvenes en Toronto, visitar una vez más México y España, recordar a los países martirizados de los Balcanes el valor de pedir perdón y la audacia de saber perdonar .
He querido completar Juan Pablo, amigo con los últimos años de Juan Pablo el Grande, casi como un deber, como una deuda de gratitud, porque tenía que darle las gracias y decirle adiós.
Juan Pablo, amigo, el bastón en el que te apoyabas, la silla de la que al final no pudiste levantarte, quedarán para siempre en nosotros como el símbolo de tu extraordinario, maravilloso pontificado.