Descripción de la obra
En lo que fuera el Campo de los Almendros, entre la Goteta, el Barrio Obrero y la Serra Grossa, en Alicante, ha sobrevivido un almendro solitario. Cada año florece justo durante los días más fríos M invierno. Después sus ramas verdean y, cuando llega agosto, las flores se con vierten en frutos maduros.
Crecí muy cerca de ese espacio sin nombre, en una sociedad que negaba su pasado. Fue un descubrimiento emocionante saber que cerca M huerto en el que había transcurrido mi infancia, rodeado de bancales de secano, estaba la tierra sobre la que Rosa Cremón dio a luz a su hija Elvira, el paisaje donde encerraron a quienes trataron de ponerse a salvo en el puerto de Alicante y a los que nadie rescató de la hecatombe en los últimos días de la República. Durante años, aquel fue mi horizonte, subí por las ramas de sus almendros y me escondí en sus zanjas. Tardé décadas en conocer que habían sido testigos de una tragedia ensordecida que yo necesitaba sentir, entender, y que ahora me parece que ya de niña intuía. Nosotras que perdimos la paz quiere ser como un balcón al sol. Un espacio pequeño más para restañar la herida del silencio, una llamada a explicar la propia historia, una invitación a escuchar y a preguntar, una tregua necesaria para sentir las historias que nos fueron negadas, los afanes que nos regatearon, los encuentros que no tuvimos. Porque ellas -y ellos estaban encarcelados o en el exilio, o tal vez guardando silencio a nuestro lado, sin decirnos quiénes eran, cuáles eran sus dolores, sus anhelos, con la libertad agonizando en su propia alma.
Este libro es resultado de un particular camino reconstruido, después de décadas de separación, de las generaciones que quedaron aisladas tras la guerra. Cada cual, si lo desea, puede elaborar su propia ruta.
