Descripción de la obra
¿Cómo es posible que su perro se siente con toda parsimonia cuando usted le
está pidiendo precisamente que venga a toda prisa? ¿Por qué ladra todavía más
fuerte cuando usted le dice que deje de hacerlo ( calla, calla, ¡CÁLLATE! )? ¿Por
qué será que le mira con esa cara de sufrida resignación cuando usted le está
felicitando con efusivos abrazos o cariñosos golpecitos en la cabeza?
Para Patricia B. McConnell, etóloga especialista en comportamiento canino
con más de veinte años de experiencia, la razón es muy simple: nosotros
actuamos como primates y nuestros perro como cánidos (que al fin y al cabo es
lo que somos, unos y otros). Hablamos con códigos diferentes e interpretamos
los signos del otro sin ni siquiera sospechar todo lo que se llega a perder en la
traducción.
Y su perro quizás no es que sea desobediente, sino que no tiene ni la más
remota idea de lo que usted le está pidiendo.