Descripción de la obra
Natalie Lindstrom tiene un don: puede hablar con los muertos. Durante años ha prestado sus servicios al Cuerpo de Comunicaciones Ultraterrenas Norteamericano, que controla a personas como ella, conocidos como "violetas", y utiliza su poder para resolver crímenes, tomando declaración a las víctimas de asesinato. Pero Natalie quiere escapar de ese mundo. Escapar de las voces que llenan su cabeza, y empezar una nueva vida en Perú, lejos de la violencia. Allí, junto a un arqueólogo, tratará de encontrar un tesoro de valor incalculable; pero, cuando todo parece ir bien, los verdaderos y más terribles fantasmas comienzan a aparecer.
La que vertebra Ojos violeta es una idea tan brillante que son varias: ¿qué ocurriría si la policía descubriese a un grupo de ciudadanos capaces de invocar a los muertos para ayudar en los juicios? ¿Qué ocurriría si las víctimas pudiesen identificar a sus asesinos, dar pistas sobre los agresores y testificar ante un tribunal? No es mal principio, pero Woodworth va más allá: ¿serían fiables los muertos o serían tan mentirosos, interesados y corruptos como lo eran estando vivos? La cosa mejora, y sigue: ¿qué ocurriría con esos violetas cuyo don, o condena, los obligaría a revivir un día tras otro las torturas, violaciones, angustias y desesperaciones de quienes los utilizan como canal? ¿Les permitiría el sistema, si son tan escasos y valiosos, vivir en libertad, o les forzaría a servir a la comunidad aunque la experiencia los destruyese? ... Algunos elementos les recordarán a otros libros y otras series, de Minority Report a Medium, Psych o Entre fantasmas; no hagan caso: gracias a Natalie Lindstrom, a su inteligente final y, sobre todo, a sus fabulosos detalles, Ojos violeta rezuma tanta eficacia y verosimilitud como capacidad de sugerencia y personalidad propia. En esta vivísima novela, de hecho, lo único sospechoso son los muertos. Ricard Ruiz Garzón
Stephen Woodworth da una vuelta de tuerca a las novelas convencionales de mister
