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No Hay Cantar sin Amor "Songs By Granados, Mahler & Wagner"


Autores: VÁZQUEZ, PILAR; RAPADO, ELISA.

Editorial: Stone Records

Idioma: Castellano ; alemán

Estado: Disponible

Precio: 15.00€


ISBN: X-00372427

Edición nº 1

Año: Oct 2015

Encuadernación: CD-Audio

Dimensiones: 14 x 13 cm

Descripción de la obra


Arturo Reverter

He aquí el bautismo de fuego discográfico de dos muy competentes aunque todavía muy jóvenes intérpretes, que desde hace unos pocos años forman pareja artística: la mezzosoprano leonesa Pilar Vázquez y la pianista zamorana Elisa Rapado, dos profesionales aún en plena formación, pero ya con suficientes galones para salir a la palestra con solidez técnica, preparación cultural y bien intencionados enfoques estilísticos. El contenido del CD es muy curioso, aunque se pliegue con inteligencia a un nexo común: el amor y sus consecuencias. La combinación entre dos estéticas tan dispares como la germana, nacida de un postromanticismo tardío y orientada bien hacia una contemplación sensual, intimista, onírica, del hecho amoroso, como la de Wagner, bien hacia una observación, aliada con la penetración casi física, de la naturaleza, decididamente panteísta, como la de Mahler, con las pesimistas, amargas y desoladas descripciones de las Majas dolorosas de Granados con sus tres caras: dolor intenso, desamor y celos, como señala certeramente la pianista en sus notas al disco-, acaba siendo reveladora, aunque, bien que coetáneo con el mahleriano, el lenguaje del catalán proceda de la muy hispánica tonadilla.

Las dos artistas poseen mimbres y méritos suficientes para salir con éxito de una propuesta tan arriesgada. Pilar Vázquez es una rara avis en su medio. Tradicionalmente, como ha sucedido de manera permanente en el campo de las sopranos, tenores o barítonos bajos auténticos ha habido muy pocos en nuestra tierra-, las voces hispanas han tenido y tienen una claridad y un lirismo proverbiales. De ahí lo sorprendente de este instrumento femenino, una mezzo y eventualmente, soprano- de tinte más bien dramático o, al menos, de carácter spinto. Su timbre está provisto de metálicas irisaciones, de singular penetración, de aceradas inflexiones, de armónicos bien provistos y equilibrados a lo largo de una tesitura de muy apreciable extensión, que la faculta para acometer, como en este caso, partes habitualmente encomendadas a las sopranos.

El centro es amplio y poderoso, el grave, bien apoyado y natural, el agudo, restallante, episódicamente, si la nota es muy elevada o la frase se aloja en las fronteras del fa o sol superiores, algo tirante. La dicción es clara, pese a la oscuridad del espectro, pasajeramente impura por la intervención de ocasionales sonoridades nasales, que sería bueno desterrar por completo. Con el tiempo no hay duda de que la línea se irá depurando, suavizando, atemperando, en busca de la aplicación del perfecto legato, de la inmarcesible fluidez, de le tersura ideal, y se irá perdiendo probablemente esa a veces inevitable agresividad de ciertos sonidos.

Son características que apreciamos a lo largo y ancho de estas interpretaciones en las que la cantante aparece arropada con extraordinario mimo, hasta los más íntimos recovecos, por el piano de Rapado, una instrumentista muy dotada técnicamente, de pulsación nítida, de un sonido muelle y de una notable capacidad de matización. Las dinámicas son muy ricas y los colores, variados y el fraseo se nos antoja natural y bien medido, siempre con atención y respeto a la línea vocal. Tanto es así que en todos los casos las dos fuentes sonoras parecen conformar una sola línea, un solo cuerpo, una ejemplar unidad. En un repertorio que nuestras cantantes no suelen acometer. Aunque haya excepciones muy significadas como la de Elena Grajera, mezzo lírica de altos vuelos.

Los Wesendonck Lieder están cantados con indudable autoridad y un conocimiento muy plausible de la fonética germana. Los grados de matización son ostensibles en todos los casos, aunque para el gusto personal podría haberse pedido, por ejemplo, en Im Treibhaus, un empleo del piano o pianísimo más rotundo, así en frases como Steigert aufwärts, süsser Duft, en la que se produce un cierto destemple; o en otras posteriores. Sobresaliente en cambio para esos graves, llenos, sólidos, sonoros, de la última línea del poema de Mathilde. Curiosamente, aunque nos parece muy bien, Schmerzen, es iniciada casi en piano, con un teclado extremadamente delicado. La frase última, Solche Schmerzen mir Natur, está magníficamente esculpida.

La acentuación alla breve del primer Rückert Lied de Mahler es muy atractiva, como la agilidad que voz y piano aplican a su discurrir. Admirablemente ligada la frase inicial del segundo, Ich atmet' einem linden Duft!, a la que se imprime, como al resto de la canción, un aire algo lánguido, sensual, como dejándose ir. Magistral portamento en Von lieber Hand. Se incluye el lied Liebst du um Schönheit, que no pertenece realmente al ciclo de cuatro, pero que es licencia comúnmente admitida y que es recreada con propiedad. En él y en todos los demás nos da la impresión de que la cantante destaca mucho -¿demasiado?- algunos sonidos fricativos o percutidos. Lo que no empece para que podamos considerar estupenda la interpretación de Um Mitternacht con un piano muy climático y con un uso del silencio muy loable. La nota si, con la que se cierra el lied podría haber tenido un poco más de color y de carne. La quinta pieza, Ich bin der Welt abhanden gekommen, toda ella bien ligada, vuelve a mostrar la amplitud de las notas graves. Habríamos preferido un remate más piano en In meinem Lieben, in meinem Lied (se consignan dos p).

La primera tonadilla de Granados, Amor y odio, quizá exigiría un toque más fino, más delicado, si bien está perfectamente medida en todas sus pautas. Relativamente forzado el agudo de Sin que una luz alentadora. A El mirar de la maja le habría convenido un poco más de aire, una dicción más grácil y una mayor ligereza. Con las tres Majas dolorosas la cantante se reencuentra por el cariz más dramático de las canciones, bien que en la número 1 anotemos excesiva presencia de la nariz y una emisión más bien forzada estamos hablando de notas de soprano- en la franja aguda. Muy bien. en cambio, esos sonoros sol graves y el desgarro general de la expresión. Como el temple del teclado. Da gusto escuchar la siguiente, Ay majo de mi vida, con todos sus claroscuros, y la última, De aquel majo amante, tras la salerosa introducción, con su bien apoyado fa grave. Meditativo, como no podía ser menos, La maja y el ruiseñor, en donde los caracoleos instrumentales de la mano de Rapado contribuyen a crear el clima ideal. El penúltimo verso de Periquet, No hay cantar sin amor, da título a la publicación.

Bienvenido, por tanto, este disco. Augura un prometedor futuro a sus dos intérpretes.

Proyecto financiado por la Dirección General del Libro y Fomento de la Lectura, Ministerio de Cultura y Deporte» y «Financiado por la Unión Europea-Next Generation EU