Descripción de la obra
Comienzas a tener & x0201C;una cierta edad& x0201D; cuando caes en la cuenta de que un día más es, irrevocablemente, un día menos. ¡Gran descubrimiento, molesta constatación! , dice Marcos Ordóñez en el pórtico de este variadísimo dietario, que abarca de 2011 a 2016. En él afirma también: Un dietario suele escribirse por diversos motivos. Los míos diría que son tres: tratar de sujetar lo que escapa del paso de los días, pensar con un poco de calma, y correr en libertad, jugando con tonos y géneros.
Ordóñez entiende los dietarios como unas memorias con otra forma, mitad autobiografía en clave íntima y mitad libro de horas (o deshoras), escrito de noche y para ser leído de noche . Y que revele, señala, el vagabundeo mental del escritor, los vaivenes, convicciones y contradicciones de su pensamiento en su faceta más ensayística, de tentativa . Pero hay mucho más.
En Una cierta edad, el lector va a toparse con cuadernos escritos a lo largo de cuatro años, donde desfilan destellos de infancia, adolescencia y anteayer; crónicas breves, artículos de madrugada, apuntes al sesgo, microrrelatos, pequeños poemas, humoradas luminosas o bromas oscuras de la existencia... Y también alegrías de las estaciones, ecos de sabidurías ajenas, pensamientos sobre la escritura, el teatro, la crítica, la música y otras artes; notas de lectura, de revisiones, de paseos, espejos y espejismos, sueños y pesadillas, y el intento, reiterado por torpeza, de & x0201C;arrancar del tiempo lo transitorio apasionado& x0201D;, como pedía Patrick Kavanagh .
Marcos Ordóñez encuentra en su paseo esquinas inusitadas, y gentes y cosas sorprendentes; recolecta aforismos tímidos; se pasma ante el avance de los años, y camina con el miedo o la felicidad pintados en la cara. Se reencuentra con muchos compañeros de viaje: escritores queridos (Capote, Salter, Modiano, Ferrater, Handke, Auden, Chandler, Casavella, Raúl Ruiz, Charles Simic, Bernard Frank), diaristas de cabecera (Renard, Flaianno, Uri