Descripción de la obra
47.º Premio Anagrama de Ensayo Se dice que las palabras públicas han perdido valor, que la verdad y la mentira son ya indistinguibles: vivimos envueltos en el ruido, implacablemente sometidos a la interacción comunicativa electrónica.
Al mismo tiempo, se reivindica sin pausa la libertad política de hablar o de callar, pues solo voluntariamente, sin coacciones, se emiten las mejores palabras.
Quién sabe, sin embargo, si lograrán hacerse oír. ¿Es posible preservar las palabras íntimas de la vulgarización pública? ¿Qué circunstancias favorecen el surgimiento y la transmisión de las mejores palabras? ¿Qué tipo de actividad es la escucha? ¿Cuándo conviene el silencio y cuándo está justificado gritar? ¿Quién está lo bastante seguro para poder reírse de casi todo? En este ensayo se recorren circunstancias públicas y privadas de despliegue de la palabra sin tutelas externas; ocasiones en las que la palabra es ahogada y reprimida, pero también otras en las que aún alienta la humanidad.
En la casa se aprenden los rudimentos del habla y se manifiesta su finalidad primordial, el cuidado y la inclusión en una comunidad lingüística y moral.
En la escuela se disciplina a las palabras y se las articula a partir de un modelo de conversación racional orientada a la búsqueda colectiva de la verdad.
En el espacio público, la democracia necesita palabras que circulen sin obstáculos, que mantengan mínimamente a salvo el vínculo de la representación, y a su vez prohíbe aquellas que amenazan con la disgregación social.
En las redes y los medios de comunicación, por su parte, raramente se cultivan con esmero las palabras, sino que se las deja florecer sin control, permitiendo que se impongan las más feroces.
En todos estos casos, la libre expresión es siempre un acto de resistencia y de coraje. Las mejores palabras no es un tratado, ni una apología, ni un libro de filosofía: es un ensayo sobre la búsqueda y selección de las mejores palabras a lo largo del cual se declina una voz pers